viernes, 29 de diciembre de 2017

Habitar, huerto íntimo...





HABITAR

Habitar el cuerpo que somos,
habitar la vida en cada instante,
habitar el huerto íntimo,
habitar el oráculo del rumor
del viento del cañaveral.
Oírlo como los antiguos,
en el hablar del roble,
en el canto del petirrojo
en el mango de la azada olvidada.
Abrirnos a él
Y a los poemas que la lluvia en las cañas nos trae,
a los poemas del viento en el almendro,
en la higuera, en el membrillero,
en el nogal;
en el ser tal de cada cosa
sin distancia ni condición.
Habitar el verdadero amor,
-único oficio-
en que todo se expresa
en la serena y efímera eternidad sin instante.

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